Tradicionalmente el machismo ha estado asociado a la diferenciación
de tareas entre hombres y mujeres, y a la subordinación de las mujeres
en muchas sociedades. En la mayor parte de todas las sociedades
tradicionales, los hombres en general han tenido mayor poder y estatus
que las mujeres en el ámbito doméstico limitado a esto, pero también en
el de ambos en conjunto. En las sociedades modernas, las actitudes
machistas tratan de justificar la mayor comodidad, preponderancia y
bienestar de los hombres, aunque en realidad no sea así.
En ese sentido, se considera que es fruto del machismo que el trabajo
menos reconocido o menos fatigoso sea asignado a las mujeres. También
es parte del machismo el uso de cualquier tipo de violencia de género
con el fin de mantener un control jerárquico sobre ellas. De hecho, el
machismo es considerado como una forma de coacción no necesariamente
física, sino también psicológica, siendo esta forma de expresión
protectora una discriminación, ya que se ven subestimadas las
capacidades de las mujeres alegando una mayor debilidad. La violencia
tanto física como psicológica contra las mujeres se considera un acto
histérico o sintomático de represión de la mujer ante su emancipación,
es decir es una reacción por continuar manteniendo la dominación
masculina cada vez más fragmentada y en crisis. No obstante, la
situación es más complicada de lo que pinta a priori, ya que la
identidad masculina está íntimamente ligada a la inferioridad de las
mujeres es decir, la educación
inculca que la única manera de reafirmar una identidad en caso de haber
nacido varón, es dominando a las mujeres y nunca siendo igual que
ellas, ya que el estatus de ella es considerado inferior. De aquí surge
el conflicto de género que lleva latente desde los años 70, debido a que la identidad feminina que se construye actualmente durante su educación o que llega a ser por la edad o maduración de la mujer, tiene que ver con ser un sujeto activo con pleno de derecho
como ciudadana de primera y única clase emancipada de los hombres y
alejándose de cualquier intrusión de éstos en la formación de su identidad cultural o en su integridad como persona.
Esto provoca una contradicción social muy fuerte y es el motivo de ser
de los conflictos de género ya que una identidad masculina plena no
puede autorealizarse sin una demostración de su potencia o productividad
utilizando a las mujeres, algo que actualmente la mujer rechaza y no
contribuye de manera conciencite o voluntaria, es decir a no ser que se
ejerza sobre ella cualquier tipo de violencia o presión.
El machismo, asimismo, castiga cualquier comportamiento que considere
supuestamente femenino (un signo de debilidad o de igualdad ante una
mujer) en los varones, lo que constituye la base de la homofobia ya que
un comportamiento o preferencia sexual diferente de las que propugna
típicamente el machismo, contribuye a diluir la diferenciación
estereotipada del machismo. Tampoco fomentar el cambio social, es decir
entre los mismos varones existe una represión para autoimponerse
patrones de comportamiento y de pensamiento bajo la amenaza de ser
excluidos de la comunidad masculina.
El machismo es un conjunto de actitudes presentes no sólo en el
comportamiento y pensamiento de los propios varones, sino también entre
las mujeres ya que de no ser así, el sistema patriarcal no se
sustentaría. La educación por separado de ambos géneros contribuye a que cada uno cumpla un papel dentro de la sociedad e inculca unos patrones de comportamiento a ambos sexos del género humano.
No hay comentarios:
Publicar un comentario